La salud es un grado de equilibrio entre las capacidades del cuerpo (y de la mente) y las necesidades del entorno. La mejor forma de cuidarnos es incorporar a nuestra vida normal hábitos que contribuyan a mantener este equilibrio.
Las duchas de contraste son una buena manera de empezar el día. Ya se, ya se, con el frío que hace, ¿quién es el valiente que le da al agua fría?. Pero no hace falta pasarlo mal. Veamos algunas ideas. La creencia de que la tolerancia al malestar contribuye a la salud es igual de falsa que todo lo que escuece cura. Podemos realizar una buena ducha de contraste sin rebasar el límite del desagrado. Podemos comenzar con el agua tan caliente como queramos, para después ir aumentando poco a poco el agua fría. Cuando estemos en el límite de la tolerancia al agua fría, intentamos esperar unos treinta segundos. El cuerpo se adaptará al cambio de temperatura, generando los mecanismos fisiológicos que nos interesan. Siempre debemos terminar con agua caliente. Que salgamos de la ducha con buen rollo y no con la sensación de estar peor que cuando entramos.
- A primera hora: por la mañana
- Justo después de hacer ejercicio*
*Estas duchas se hacen inmediatamente después del entrenamiento para exponer al músculo trabajado a golpes alternos de agua fría y caliente. Deben ser calientes durante alrededor de 3 minutos, y luego cambiamos a una temperatura progresivamente más baja durante el mismo tiempo que la caliente, hasta que resulte casi molesto. Este proceso se repite entre 3 y 6 veces.
Por dónde empiezo
Aquí el orden de los factores sí altera el producto: se debe empezar la ducha siempre con agua caliente y luego pasarnos al lado frío de la vida, pero siguiendo un orden y un concierto, esto es, se empieza por los pies y se continúa en sentido ascendente, hasta la cabeza. Es importante terminar siempre con agua fría.
Beneficios de los contrastes
- Antiestrés. Es una táctica para mejorar la gestión de las tensiones y situaciones que generen estrés: es un eficaz e inmediato relajante muscular.
- Sistema circulatorio. Aumenta el riego sanguíneo.
- Prevención frente al dolor muscular tras ejercicio físico. Ayudan especialmente una vez se termina la sesión de actividad física.
- Fortalecimiento del sistema inmunitario. Entrenamiento para las venas: dilatación-contracción, así, en invierno no se siente el frío tan rápido.
- Mejora la salud de la piel. Tonifica la piel y además, permite una limpieza profunda de la piel.
- Dosis de energía y favorece la concentración. Hace sentir a quien las toma con fuerzas de sobra para afrontar el día.
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